los nervios podían con ella, estaba perdida, muy perdida, hasta que de repente apareció de la nada sin saber que le iba a cambiar tanto la vida. Empieza a fijarse en su encanto natural, hasta que empieza a sentirse extraña, atraída por la gravedad, el rubor de sus mejillas aumentaba cada vez que le veía, y él aún así, se mostraba amable. Hasta que se dio cuenta de lo que sentía, pero se quedó con ganas de más; le echaba de menos.
Es una pena empezar a valorar a alguien al instante de haberlo perdido sin más.
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